jueves, 31 de marzo de 2011

Dos vinos para llorar

Si le preguntas a un ruso millonario cual de las botellas que ve en la foto quiere tomar, te dirá sin lugar a dudas “la de colorr orro, porr favorr”. Si no le enseñas la foto y le preguntas cual quiere tomar, te dirá “la más carra, porr favorr”. Pues da la casualidad que este Armand de Brignac cumple las dos condiciones. El único problema es que lo que encierra dentro esta botella no justifica de ninguna forma los más de doscientos euros que cuesta…champagne carente de personalidad, pesado, muy pesado, con un dosage tremendamente elevado que hace que sea complicado terminar la botella…un vino para llorar de rabia si has pagado lo que cuesta...

Una de las muchas cosas buenas de juntarte todos los meses con unas cuántas personas enamoradas del vino, es que puedes descorchar botellas que tienen precios elevados sin que tu bolsillo se resienta demasiado. A veces sale bien la cosa y otras veces no.

Abrimos en la misma cata, otra botella de precio elevado, un champagne de aproximadamente ciento sesenta euros. Alguna vez me han preguntado qué es para mí un gran vino. Tengo claro que un gran vino es aquel que te hace vibrar, que te transmite una energía especial, que te entra un escalofrío por la columna que te sube hacia el cuello y desemboca en la cabeza, que te pone la piel de gallina y que finalmente te hace llorar: así es Jacques Selosse 99.

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